El objetivo en el manejo de enfermedades del cultivo de la soja es optimizar los recursos, con lo cual no se busca invertir más, sino mejor, afirmó en Nación Productiva el Ing. Agr. Paulo Grau, responsable de Investigación y Desarrollo de UPL Cono Sur, por lo que –acotó- la recomendación de la aplicación cero es más justificada en áreas de menos rastrojos y con materiales susceptibles a las principales manchas foliares, principalmente cuando las condiciones climáticas son favorables para infestaciones tempranas. Por otra parte, agregó que la anticipación de la primera aplicación robusta tiene, en todos los casos, una respuesta favorable.
El profesional recordó que el invierno con sus heladas intensas y repetidas eliminó gran parte de las hojas guachas, lo que redujo significativamente la supervivencia de la roya y otros patógenos, y generó un «reseteo epidemiológico». Sin embargo, el clima húmedo favorece el desarrollo de las enfermedades necrotróficas y manchas foliares, expresó en el agroclásico de los domingos, ocasión en la que hablamos de los antecedentes, el escenario actual y el comportamiento de las enfermedades en el cultivo de la soja.
En este sentido, Grau dijo que la aplicación cero ha ganado relevancia en los últimos años, principalmente cuando las condiciones son favorables para infestaciones tempranas de enfermedades necrotróficas, como manchas foliares. Enfatizó que en la práctica la respuesta más efectiva se da en áreas con bajo contenido de rastrojo y con materiales susceptibles a septoria y cercóspora.
“Esto es un juego donde la optimización de uso de recursos entra cada vez más a tallar, donde buscamos realmente invertir mejor y no invertir más, debido a los riesgos que corre el agricultor, por eso vemos la recomendación de la aplicación cero es mucho más justificada en área de menor rastrojo y cuando sabemos las susceptibilidades de los materiales a las principales manchas foliares”, acotó.
Resaltó que una anticipación de la primera aplicación robusta en todos los casos tiene una respuesta favorable, es decir, traer de la etapa reproductiva temprana a una etapa vegetativa tardía. “Ya sea carboxamida, ese triazol fuerte, el multisitio, esa aplicación completa a un vegetativo V5, V6 siempre es mucho más seguro inclusive que una aplicación cero”, añadió.
Recalcó que la aplicación cero o la primera aplicación con productos más baratos y mezclas más simples, en general, debería priorizarse en las parcelas con pocos rastrojos y materiales susceptibles.
“Para programar una aplicación cero o una primera vegetativa no robusta, para los lotes mencionados, una mezcla de triazoles más estrobilurinas, mucho mejor aun incluyendo desde ese momento inductores de resistencia, productos naturales, controladores biológicos, que tienen mejor impacto en el metabolismo primario del cultivo y así hacer que la soja pueda formar esa resistencia mecánica, metabólica y pueda hacer que el patógeno tenga mayor dificultad para instalarse”, acotó.
Grau resaltó que hubo una gran evolución en los últimos años, en cuanto a la disponibilidad de tecnologías, pasando de las primeras mezclas dobles hace menos de 15 años a tener hoy formulaciones triples, cuádruples, mezclas listas con multisitio, con un nivel de desarrollo bastante alto, donde la innovación no está solo en nuevas moléculas, sino en la combinación y también en formulación.
“Las empresas, incluidas UPL, se enfocaron en el detalle de la formulación, buscando compatibilidad, sinergia, estabilidad y logrando que cada componente sume. Hoy tenemos mezclas muy versátiles y específicas para cada momento del cultivo con distintos mecanismos de acción que aportan amplitud, persistencia y sobre todo manejo de resistencia. En definitiva, estas innovaciones nos permiten ser más eficientes y sostener las eficacias de las herramientas en un escenario cada vez más desafiante”, subrayó.
[Foto: Ing. Agr. Paulo Grau / Archivo / Productiva C&M]