El Ing. Agr. Wilfrido Morel, director general de FitoLab Paraguay, mencionó en Nación Productiva que el índice de pérdida de productividad en soja puede llegar hasta 500 kg por hectárea, incluso en periodos de sequía, si no se establece un buen manejo de enfermedades. Agregó que el escenario productivo paraguayo está sustentado en la disposición de rastrojo en la superficie, y eso hace que la fuente de inóculo de patógenos permanezca durante todo el periodo de entrezafra.
Durante el agroclásico de los domingos, que tuvo como tema central: “Antecedentes, escenario actual y comportamiento de las enfermedades en el cultivo de la soja”, el fitopatólogo recordó que en la zafra anterior se registró una condición climática bastante limitada, debido a la falta de lluvias en los momentos fenológicos críticos, que se expresó en la productividad del cultivo y en la incidencia de las enfermedades.
“Desde el punto de vista de enfermedades, no tuvimos un riesgo epidemiológico importante, debido a esa condición climática en el ciclo anterior”, remarcó.
Pese a ese escenario de sequía, el profesional subrayó la importancia de realizar un buen manejo de las enfermedades de la soja, ya que de igual manera tiene injerencia en la productividad. Resaltó que esa diferencia está demostrada mediante los trabajos realizados en la última campaña.
“Igualmente, se tuvo un índice de pérdida de productividad importante, nos demuestra una diferencia de 450 a 500 kg de soja a más, en un área bien manejada podemos tener esa diferencia. De ahí la importancia del buen manejo y en el momento oportuno”, recalcó.
Morel resaltó que, de acuerdo con las informaciones obtenidas en el laboratorio, esa diferencia se tuvo tanto en la zafra como en la zafriña. “Que nos dice esto, que hay un factor que puede influir de manera negativa en la productividad, si es que no se realiza un buen manejo”, expresó.
Por otra parte, enfatizó que el actual escenario es propicio para la manifestación de enfermedades, especialmente las necrotróficas, que tienen mucho impacto en el cultivo. “Esto empieza en la etapa incipiente de desarrollo fenológico de la planta, comienza con una infección primaria y eso se va desarrollando a medida que el cultivo va avanzando durante todas las etapas fenológicas”, acotó.
Explicó que se plantea mayormente que el manejo de enfermedades esté sustentado en el uso de fungicidas, pero también se debe entender toda la implicancia desde el inicio mismo de estos patógenos para poder dimensionar y establecer un buen programa de control.
“Una serie de eventos sucesivos y ordenados que van a ir impactando de manera temprana en el desarrollo de una enfermedad en el cultivo, por eso la sobrevivencia de un organismo patógeno en el cultivo es sumamente importante”, manifestó.
Agregó que el escenario productivo paraguayo está sustentado en la disposición de rastrojo en la superficie, y eso hace que la fuente de inóculo permanezca durante todo el periodo de entrezafra.
“Cuando nosotros establecemos el cultivo con la condición climática, y con alguna lluvia y rocío va a darse la infección en el lote de soja que se está estableciendo, ese es el escenario real que no debemos desconocer y tampoco descuidar esos parámetros demasiados importantes para poder establecer un manejo de enfermedades y eso hablamos desde el punto de vista de enfermedades patógenas y necrotróficas”, apuntó.
Resaltó que las enfermedades biotróficas, en el caso de la roya, necesitan plantas vivas para tener interferencia y causar las primeras infecciones en un lote de cultivo.
“Pero lo que tenemos que saber con total seguridad es que tenemos organismos necrotróficos que se hospedan en le rastrojo y eso sí o sí ante una mínima condición de humedad se van a manifestar en el cultivo”, añadió.
Recalcó que es sumamente importante establecer un buen programa para que los patógenos puedan tener una mínima expresión en el desarrollo de las enfermedades del cultivo.
[Foto: Wilfrido Morel / Archivo / Productiva C&M]