Los campos bajos bien estructurados y estabilizados tienen igual o más potencial que otras regiones productivas de Paraguay, indicó el Ing. Agr. Antonio Riveros, gerente de ProSoil S.A., durante el agroclásico de los domingos, Nación Productiva, en cuyo espacio se abordó el tema: “Chaco y campos bajos: estructuración del suelo en nuevos ambientes productivos”.

 

La estructuración de los campos bajos es un desafío interesante tanto a nivel profesional como de empresas, ya que existen diferentes escenarios con comportamientos distintos. “Había campo que se habilitaba muy rápido, se extraía un poco de agua mediante canales y ya se podía trabajar. Sin embargo, otros campos dependiendo del tipo de cuenca era diferente el escenario, con desafíos interesantes”, acotó y agregó que los campos bajos son suelos ácidos con un nivel de metal alto que, es solucionable con calcáreo, y escasez de materia orgánica en muchos campos.

 

Comentó que, en parcelas de campos bajos, bien estructuradas, se puede aspirar a altos techos productivos en los diferentes cultivos. “Estos suelos bien estructurados y estabilizados tienen igual o más potencial que otras regiones”, aseguró.

 

Durante la habilitación de estas tierras también se debe tener en cuenta la compactación, un manejo que, según el profesional, se debe realizar con las herramientas adecuadas, ya que son suelos delicados para una intervención de este tipo de práctica.

 

Riveros mencionó que el trabajo de estabilizar el campo bajo se ha logrado con aplicación de calcáreo y la tarea de fertilización, pero el manejo integrado con los cultivos de servicio o cobertura todavía es un desafío en el que se está trabajando actualmente. “Crear mucha materia orgánica, crear un colchón con ruziziensis o avena, pero a veces es difícil; la práctica para hacer cobertura sigue faltando”, mencionó.

 

Agregó que otra característica positiva de los campos bajos, una vez bien estructurados, es la posibilidad que brinda de introducir y desagotar el agua, a fin de salvar las épocas de estrés hídrico y mantener la productividad.

 

Inoculación. En este proceso de estructurar los campos, también como compañía desarrollaron la inoculación en surcos que permite una mayor cantidad de dosis con diferentes tecnologías para aumentar la actividad biológica, posibilitando un desarrollo radicular diferente, mayor absorción de nitrógeno, además de bajar la presión de ciertas enfermedades de suelo.

 

Como antecedentes, el profesional mencionó que la inoculación en surcos es una práctica que ya se venía realizando en otro tipo de suelo y ha encontrado un desafío en el escenario de suelo encharcado, con poca presencia de oxígeno, complicando la multiplicación de los organismos. “Empezamos a hacer el trabajo, probando con diferentes dosis con resultados muy interesantes, en algunos casos sorprendentes y así comenzamos haciendo pruebas y obteniendo resultados”, expresó.

 

Explicó que, con el tratamiento de semillas, con una dosis de inoculante, se lograba ver algunos nódulos en las raíces de la soja, principalmente cuando el calcáreo ya estaba actuando, pero no en la cantidad que uno puede observar en otros tipos de suelo, lo cual se fue mejorando con la tecnología de inoculación en surcos.

 

“Con el tratamiento de semillas se puede hacer una sola dosis, con la tecnología de inocular en el surco estamos con ocho a 10 dosis de Bradyrhizobium, y otros microorganismos tanto como azospirillum, trichoderma que van directo al suelo y acelera el proceso”, resaltó.

 

Expresó que la inoculación ayuda a la recuperación de los microorganismos del suelo, aumentando la actividad biológica, posibilitando un desarrollo radicular diferente, lo cual se refleja en las plantas. “Tenemos absorción de nitrógeno, protección de plantas, desarrollo radicular, una planta más sana; podemos trabajar con trichoderma, bajar la presión de ciertas enfermedades de suelo, y eso trae muchos beneficios que se reflejan en el cultivo, finalmente”, aseguró.

 

Resaltó que el uso de la tecnología biológica creció bastante en los últimos años, lo cual se debe a que los productores actualmente manejan muchas informaciones, además de los resultados obtenidos en el campo.

 

“Productores de suelos que no son bajos, como los de Alto Paraná o Itapúa, que tienen problemas con nematodos y enfermedades, se quedaron convencidos y, al llevar esta tecnología a suelos bajos, y al tener un resultado visible, los productores mismos divulgan, aparte del trabajo de posicionamiento que realiza la empresa”, resaltó.

 

El ingeniero agrónomo comentó que los productos biológicos entraron en el momento oportuno, cuando el suelo estaba requiriendo esta herramienta, además de la adopción de otras soluciones que ya estaban en la vanguardia, como el uso de defensivos con alta tecnología y los equipos de aplicación. “Teníamos el respaldo de Embrapa que expresaba que se obtenían más de 16% de producción y más que nada, por el aporte generado al suelo”, afirmó.

 

[Foto: Ing. Agr, Antonio Riveros/Archivo/ Productiva C&M]