La consultora Stonex presentó su primera estimación sobre la producción de granos de la zafra 2025/2026, en la que destaca una buena proyección agroclimatológica, con condiciones generalmente favorables para el inicio de la nueva campaña agrícola, con una reducción de régimen de lluvias en noviembre y diciembre, sin implicar una seca extrema, para luego mejorar nuevamente los niveles de humedad en enero y febrero. La proyección de la producción de soja en este nuevo ciclo agrícola llega a 10.5 millones de toneladas.
El informe de la consulta resalta que, para el nuevo ciclo productivo del principal cultivo de nuestro país, que inicia oficialmente en setiembre, se espera mantener la superficie ya consolidada en la región Oriental, un poco más de 3 millones de hectáreas. Destaca, además, que la principal variable que definirá la productividad será el clima. “La productividad óptima por hectárea permitiría superar los 9 millones de toneladas en este primer ciclo”, menciona el reporte.
Por otra parte, en la región Occidental el área de siembra registraría variaciones, debido a los resultados inferiores a los esperados en las últimas siembras, pues se estima una posible migración de áreas actualmente destinadas a algodón, chía y sésamo hacia la soja. “La extensión definitiva aún está por definirse. Inicialmente, se proyecta que de las 100.000 hectáreas actuales se podría pasar a unas 120.000 hectáreas en el próximo ciclo”, añade el informe.
La estimación de área de siembra para la zafra principal es de 3.03 millones de hectáreas con una producción de 9.29 millones de toneladas. Para el ciclo de soja zafriña también se espera mantener la misma área plantada, con 665.000 hectáreas y una producción estimada en 1.29 millones de toneladas. Sumando los dos ciclos productivos, la producción estimada de soja de la campaña 2025/2026 llega a 10.5 millones de toneladas.
En cuanto a clima, el informe indica que para el mes de agosto hay pronóstico de lluvias tempranas e irregulares, especialmente en las regiones centro y sur del país. Aunque los volúmenes no serán elevados, existe una probabilidad concreta de precipitaciones, lo que rompe con el patrón seco típico de esta época del año. También existe la posibilidad de heladas puntuales en zonas más frías durante los primeros días de agosto y mediados de mes, algo que debe tenerse en cuenta para los cultivos de invierno o la implantación temprana del maíz.
A partir de septiembre, las lluvias tienden a consolidarse, generando un escenario más favorable para el inicio del ciclo agrícola de verano. Este retorno progresivo de la humedad permitirá la siembra de soja, maíz y otros cultivos dentro del calendario climático ideal.
Entre octubre y diciembre se identifica una señal de alerta relacionada con una fase de enfriamiento del océano Pacífico, que podría intensificarse hacia la primavera. De confirmarse esta tendencia, se prevé una reducción en el régimen de lluvias, particularmente en noviembre y diciembre.
Esta disminución no implicaría una sequía extrema, pero sí condiciones más secas de lo habitual, que podrían afectar especialmente al sur del país. Hacia finales de diciembre las lluvias deberían retomar su ritmo normal, especialmente en las regiones centro y norte.
Para el verano de 2026, es decir, entre enero y febrero, los modelos actuales indican buenas condiciones de humedad y un retorno efectivo de las lluvias en todo el país. Este comportamiento favorecería el desarrollo de los cultivos implantados en primavera, contribuyendo a una perspectiva positiva para la campaña de verano.
En resumen, el segundo semestre de 2025 presenta condiciones generalmente favorables para el inicio de la campaña agrícola, con especial atención en la primavera por una posible disminución de las lluvias. El verano de 2026 se perfila mejor, con buenas probabilidades de recuperación de la humedad. La vigilancia constante de las condiciones oceánicas y atmosféricas será clave para ajustar las decisiones agronómicas y reducir los riesgos climáticos, concluye el informe.