La época de siembra y el ingreso temprano del agua son factores que definen la productividad en el cultivo del arroz. Esto nuevamente fue destacado por el Ing. Agr. Héctor Ramírez, director de Arrozal S.A., durante una visita realizada por el equipo periodístico de Productiva C&M a su unidad experimental.

 

El profesional comentó que en la unidad experimental de Arrozal S.A. están realizando varios trabajos de investigación, algunas validaciones y otras determinaciones de uso o eficacia de productos.

 

Dentro del conjunto de trabajo se considera lo concerniente a la época de siembra, la que, en cierta forma, los productores ya vienen ajustando, por lo que saben qué periodo o meses de cultivos hay y cuál sería la mejor época.

 

El ingeniero precisó que dentro de la mejor época, lógicamente, cada región tiene algunos factores más preponderantes que otros. Por ejemplo, mencionó que lo que se busca siempre es la radiación y la temperatura, porque la planta tiene su periodo crítico de mayor exigencia, entonces el objetivo es ver cuál es la mejor época en condiciones normales de fertilización.

 

Sin embargo, en los últimos tiempos, sabiendo que no siempre se puede sembrar en la época climáticamente más favorable, también se buscan algunas estrategias de manejo del cultivo para poder obtener los mismos resultados. “Irónicamente, acá el mejor mes y en casi toda la región sur del Mercosur en cuyo periodo tenemos una oferta de radiación mayor es entre diciembre y enero”, expresó.

 

Dijo que en octubre el clima se venía comportando de una manera adversa, por lo que no se consiguió sembrar en la mejor época para obtener los máximos rendimientos, por lo tanto, esta condición se busca mitigar con el manejo.

 

“Los cultivos más tempraneros exigen mayores aplicaciones de fertilizantes porque el aprovechamiento es menor por la radiación y la temperatura. Esto hace que el motor de la planta funcione aceleradamente. Entonces, lo que hacemos es que los elementos que están siendo colocados aumenten la concentración que tiene que ver con la cantidad que la planta pueda absorber en la condición que esté”, enfatizó.

 

Acotó que entre agosto y setiembre -que no sería la mejor época- se está logrando un mejor resultado por medio de ese manejo. Agregó que lo que se evalúa es la incidencia de enfermedades, que tiene mucho que ver con el clima, y dentro de ese proceso también se están incluyendo las diferentes variedades o líneas promisorias disponibles para lanzar al mercado.

 

Explicó que los trabajos contemplan siembras a finales de agosto, setiembre, octubre y noviembre para abarcar el periodo de siembra de cultivos en Paraguay.

 

Siembra tardía
En esta temporada se dieron siembras tardías debido a la falta de agua. Si se tienen en cuenta situaciones enmarcadas en lo netamente técnico, las siembras tardías tienen un límite. “Nosotros no podemos salir de mediados de noviembre, si buscamos productividad. A veces el tiempo es mejor en diciembre, pero esos son casos ocasionales y raramente ocurre porque la mayoría de las veces el cultivo de diciembre ya no alcanza en productividad en la cosecha, comparativamente a los cultivos de principio de siembra en agosto y setiembre. El potencial cae fundamentalmente por la oferta de luz del periodo crítico, que sería la fase reproductiva, donde normalmente comienzan a caer las radiaciones ofrecidas naturalmente y la planta se resiente”, explicó.

 

Resaltó que, por ejemplo, las nubes reducen la oferta de radiación durante el día, por esa razón cuando hay periodos muy lluviosos hay una menor oferta de luz, por lo tanto, baja más la productividad a pesar de que en áreas con limitaciones ayuda a tener más agua. “Para el cultivo necesitamos periodos secos, que haya, sobre todo, plena luz y agua la cantidad para poder regar. Ahí sí podremos llegar al potencial de cada cultivo y variedad que tenemos”, subrayó.

 

Aprovechamiento
En cuanto al aprovechamiento de insumos, aclaró que el hecho de fertilizar un campo no significa que la planta está aprovechando al máximo lo colocado, sino que depende del manejo realizado en esa área.

 

Indicó que él trabajó diez años en Brasil en la importancia de comenzar a hacer riego precoz por más que la planta tenga recién dos o tres hojas. “Podemos entrar temprano con el agua, pero para eso se necesita una buena nivelación de los suelos, el microrrelieve tiene que ser muy bien preparado para reducir la incidencia de malezas”, explicó.

 

Expresó que con el agua se corrige la acidez del suelo y se levanta su pH, lo que favorece la absorción de los nutrientes. Destacó, además, que es fundamental la aplicación temprana de nitrógeno, de manera a incorporarlo con el agua.

 

“Hay que estructurar nuestra área para hacer esto que estamos diciendo. Sabemos que teóricamente es así, pero en la práctica debemos tener la estructura para que nos permita hacerlo de la mejor forma”, destacó.

 

En esta temporada se produjo en rezago de 35 a 40 días en el ingreso del agua a las parcelas de arroz. Al respecto, el profesional destacó que en trabajos de investigación realizados concluyó que existe un promedio de reducción de rendimiento por día de 100 kg por hectárea, que es una cifra significativa.

 

“Si después de tener dos a tres hojas se de – mora 10 días el inicio del riego, ya estamos perdiendo 1000 kg. Después, si riego a los 30 días de haber emergido la planta, ya estoy perdiendo 2000 kg porque a los 10 días ya tengo que estar colocando agua para que haga esas correcciones y para que estén disponibles los nutrientes para que la planta empiece a exigir”, explicó.

 

Malezas
Posteriormente, otro foco de atención son las malezas. Su control implica un mayor costo, además representa uno de los factores que hacen que se pierda la efectividad de todo el trabajo, sobre todo en los suelos ácidos con alto contenido de aluminio. Ramírez agregó que la neutralización en el cultivo de arroz ocurre alrededor de los 20 a 22 días después de que se inunde el campo. Si se está entrando recién a los 30 días de haber germinado el arroz, la solubilidad de los elementos que dependen del agua ya pasa a los 50 días para poder colocar los nutrientes a la planta, lo que afecta su desarrollo normal.

 

“Nuestro concepto de manejo va buscando la rentabilidad de nuestra producción de arroz y manejarlo bajo un ambiente amigable y eso hace que todos los insumos colocados los podamos aprovechar al máximo para que no haya residuos. El nitrógeno es uno de los elementos que más se puede perder entre los nutrientes porque lo que la planta no absorbe se pasa en forma de amoniaco y eso después contamina el agua. Para nosotros es fundamental por dos aspectos: ambiental y económico”, destacó.

 

La cuestión estructural era un problema importante, como las bombas para riego y los drenajes, pero se ha mejorado mucho en los últimos tiempos y las personas que manejaban un promedio de 7500 a 8000 kg, hoy en día ya pasaron los 9000 kg haciendo esas correcciones en su campo. “Tenemos que pensar en estructurar mejor nuestras áreas”, manifestó.

 

Enfermedades
Fundamentalmente, la pyricularia es la que mayor atención requiere y para eso en Arrozal trabajan con las variedades tolerantes. “Cuando llegamos al control químico buscamos el fungicida que posea la menor residualidad en granos, que es una de las preocupaciones que tengo, porque debemos atender para no usar productos que tengan residual y que los límites de tolerancia sean muy bajos porque si no, contaminamos nuestra salud y también la de los del exterior, si se lleva por medio de las exportaciones”, enfatizó.

 

El aspecto ligado a la introducción de cultivares es desarrollado juntamente con el Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (Senave). Además, se realizaron trabajos para determinar la presencia de residuos, además de conocer qué tipo de producto podría tener mayor riesgo.

 

Variedades
En la selección de plantas se busca como característica la tolerancia a enfermedades, con lo cual se minimiza el uso de fungicidas. En este campo se disponen de las líneas del Centro de Investigación Agrícola Tropical (CIAT) que se habían introducido ya hace ocho años y hoy en día se encuentran en proceso de multiplicación para emprender un proceso semicomercial, para lo cual se completaron los años de prueba exigidos por el Senave para su registro con tolerancia a pyricularia.

 

Por otro lado, a través de un grupo de productores se había firmado un convenio con el Fondo Latinoamericano para Arroz de Riego (FLAR), por medio del cual ya se viene trabajando con una cuarta zafra de investigación. Actualmente, se disponen de líneas que este año entran en proceso de prueba para el registro.

 

“Repasamos todos los materiales que tenemos porque Arrozal S.A. venía manejando es – tos materiales que le entregamos a la Federación Paraguaya de Arroz (Feparroz), que hizo recientemente un convenio con el Senave, el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) y el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA) para manejar el proyecto que iniciamos con los agricultores”, explicó.

 

Asimismo, existe un ensayo establecido para solicitar su inscripción. Son dos años de prueba, de los cuales se lleva en ejecución el primero. “Lo primero que tenemos en cuenta son las enfermedades, luego la productividad, calidad molinera y culinaria. Estamos esperando que ocurra el lanzamiento al mercado”, indicó.

 

A su vez, el Ing. Agr. José Valenzuela, técnico de Arrozal S.A., manifestó que están trabajando con los materiales introducidos desde Colombia del CIAT hace ocho años y el FLAR hace cuatro años. Desde la primera introducción de los materiales del CIAT hasta hoy en día se cuentan con dos variedades muy avanzadas y en proceso de registro, que pasaron por una etapa de selección y en el segundo y tercer año, por pruebas de VCU (Valor de Cultivo y Uso).

 

“Actualmente, tenemos dos materiales bien observados y en áreas semicomerciales. Detrás de esto tenemos otros materiales, pero en etapas de selección y purificación, así para más adelante también tenerlos en parcelas demostrativas semicomerciales”, acotó.

 

Características
Dijo que las características buscadas son variedades de ciclo corto a intermedio, además de un material de ciclo largo, dependiendo de la época de siembra.

 

“Buscamos materiales de buena resistencia a diferentes condiciones climáticas y de suelos, al igual que variedades de alto rendimiento y resistentes a pyricularia y otras enfermedades. Seguimos en búsqueda del material que quiere el productor, que es uno que rinda mucho en poco tiempo y lo principal es el rendimiento”, expresó.

 

Después de la cosecha el arroz pasa por el laboratorio para un análisis de calidad industrial, en el que se tiene en cuenta su calidad culinaria. “De nada sirve un material que cumpla con todas las exigencias en cuanto a rendimiento, pero después en la parte culinaria no conviene porque se quiebra mucho y se pega al cocinar, por eso pasamos por todas esas etapas”, concluyó.

 

[Material publicado en la edición de noviembre 2020 de Revista Productiva, en el segmento Agricultura Productiva, páginas 16 y 18]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]