Tras la detección del serotipo SAT1 de la fiebre aftosa, una nueva variante del virus, en Irak y Bahréin, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertó a los países de Oriente Próximo y Eurasia Occidental para que refuercen su preparación frente a la enfermedad, así como su capacidad de gestión de emergencias.
A través de un comunicado, la FAO recomienda reforzar la vigilancia y las medidas de bioseguridad en las regiones de Oriente Próximo y Eurasia Occidental tras la reciente detección del serotipo SAT1 del virus de la fiebre aftosa en Irak, con informes tanto en bovinos como en búfalos de agua, y en ganado bovino en una estación de cuarentena en Bahréin.
En su informe, el organismo internacional indica que “la detección del serotipo SAT1 plantea serias preocupaciones para la región, dado que no suele estar presente, lo que hace que la población ganadera sea muy susceptible a la enfermedad. Es probable que el virus se propague y se establezca, especialmente a medida que se intensifiquen los movimientos de ganado en los próximos meses debido a la migración primaveral del ganado y las festividades religiosas”.
La fiebre aftosa ha sido un problema de larga data en Oriente Próximo y Eurasia Occidental, con múltiples serotipos circulando en diferentes países: principalmente los serotipos O y A, y más recientemente el SAT2. Los países de estas regiones enfrentan brotes recurrentes de fiebre aftosa, a menudo relacionados con movimientos transfronterizos de animales, comercio informal de ganado y una cobertura de vacunación insuficiente.
Ante este escenario la institución recuerda que las vías de riesgo inmediatas más importantes para la propagación del virus de la fiebre aftosa están asociadas con los desplazamientos de animales afectados por la intensificación del comercio y el desplazamiento de ganado asociado con festividades religiosas; la trashumancia de rumiantes a pastos de verano; el comercio internacional y nacional de animales, especialmente con la mezcla de animales en mercados de animales vivos, zonas de espera y durante el transporte; y la aplicación inadecuada de la inspección de ganado en las fronteras internacionales.
La recomendación es revisar las vías de riesgo que han provocado previamente la introducción y propagación de la fiebre aftosa y planificar intervenciones de mitigación de riesgos; alertar al personal veterinario, tanto del sector público como del privado, para que esté alerta y detecte y notifique los casos sospechosos de fiebre aftosa; intensificar las inspecciones en las fronteras internacionales, dentro de las fronteras administrativas nacionales y en las rutas de tráfico, basándose en el análisis de riesgos; verificar que exista un plan de contingencia para la fiebre aftosa, con procedimientos operativos estándar (POE) para la vigilancia y el control de brotes, incluida la vacunación; informar a los agricultores y a las comunidades sobre la creciente amenaza de la fiebre aftosa y las medidas que pueden adoptar para proteger a su ganado y reforzar las medidas de bioseguridad en las explotaciones y en las cadenas de valor ganaderas.
La fiebre aftosa (FA) es una enfermedad viral altamente contagiosa que afecta al ganado vacuno, ovino, caprino, porcino y otros animales de pezuña hendida. Si bien no representa una amenaza para la salud humana, afecta gravemente la seguridad alimentaria, los medios de vida y los mercados nacionales e internacionales.
Existen siete serotipos del virus de la FA (A, O, C, SAT1, SAT2, SAT3 y Asia1). La inmunidad por infección o vacunación es específica del serotipo y no proporciona protección contra los demás serotipos.
Se destaca, además, que la primera línea de defensa contra la fiebre aftosa es una bioseguridad sólida, la concienciación y la vigilancia. Si hay vacunas disponibles, es fundamental que sean compatibles con la(s) cepa(s) circulante(s).