Al inicio de la presente campaña de maíz zafriña mucho se debatió sobre su incorporación en los planes de siembra en diferentes regiones productivas del país, considerando factores como cotización del grano, costo de producción, presión de plagas y enfermedades, además de las condiciones ambientales. Algunos agricultores buscaron nuevas alternativas, otros siguieron su camino con base en un planteo cauteloso, pero otros, como Michael Gonçalves, de Colonia Santa María, distrito de Itakyry, Alto Paraná, decidieron incorporar el cereal, pero empleando estrategias más eficientes para construir una alta productividad, que no solo se centra en este cultivo, sino en trabajar en un sistema de producción.
Además de exponer toda la tecnología para el cultivo de maíz, se mira de fondo el esquema para darle las condiciones ideales a la soja, el principal rubro en esta unidad de producción y en el país; por ende, se emplean prácticas pensando en el empoderamiento de un sistema de producción antes que anteponer las necesidades propias de un determinado cultivo.
El productor, quien gustosamente recibió la visita de Productiva C&M, mencionó que el escenario inicial para la siembra de cultivos en zafriña no fue bueno, no obstante, a partir de marzo las lluvias fueron suficientes para tener un buen desarrollo del cultivo de maíz.
“El maíz para nosotros es muy importante porque podemos rotar moléculas de herbicidas que no se utilizan en la soja”, mencionó. Indicó que hace dos años trabaja con el Sistema Santa Fe como herramienta que sirve para la conservación de los suelos.
Entre los beneficios de este sistema, enfatizó la posibilidad de reciclar los nutrientes, que muchas veces el maíz no consigue hacerlo, la descompactación del suelo, disminución de malezas y la protección del suelo frente a casos de erosión hídrica.
“En el primer año de este sistema ya vimos una gran diferencia en la producción. Cuando se hace la siembra de la soja vemos que el suelo está más descompactado y creo que al tercer año de utilizar este sistema vamos a tener más beneficios para evitar las pérdidas por sequía; vemos el beneficio de asegurar la humedad”, puntualizó.
Señaló que construir un maíz de alta productividad conlleva un periodo largo de cuidado del suelo, de modo a que esté preparado para épocas de falta de precipitaciones. Resaltó la importancia de una adecuada fertilización y lograr un cultivo uniforme mediante el uso de semillas de calidad y buena plantabilidad.
“Acá trabajamos con velocidad de siembra de 6 km por hora para tener una buena distribución”, detalló.
En cuanto al manejo de fungicidas, comentó que este año la recomendación fue comenzar de forma temprana por las condiciones presentadas. Sus tres aplicaciones fueron programadas inclusive por las noches para realizarlas en el momento correcto, comentó.
Respecto a las plagas, indicó que la presión no es alta en esta campaña.
“En nuestra parcela la cigarrita presentó una baja población. Los productos que utilizamos tuvieron una enorme eficiencia”, añadió.
Sobre la nutrición, precisó que se enfoca en la utilización de fertilizantes en base. Se usó la formulación 12-15-15 con una dosis de 290 kg, que fue empleada en un ambiente con mejor humedad.
En el maíz estima que el punto de equilibrio rondaría los 6000 kg para cubrir los costos de producción, pero se observa que en algunas parcelas el rendimiento podría estar entre 7500 a 8000 kg por hectárea.
“Vamos a conseguir ganancias en el maíz, pero lo que buscamos, finalmente, es un sistema preparado para hacer la siembra de soja con alta productividad”, resaltó.
Alentó a los productores a animarse a probar el Sistema Santa Fe, ya que a pesar de que las condiciones climáticas sean adversas, los beneficios están a la vista. “Debemos tener fe”, concluyó.
[Material publicado en el segmento Nota de tapa de la edición Nº 125 de marzo de Revista Productiva, páginas 22 y 23]
[Foto : Revista Productiva]