Campos mixtos o arenosos sufrían erosiones constantes, pero mediante el establecimiento de manejos eficientes se pudo revertir la condición de estas áreas ubicadas al norte de San Alberto, Alto Paraná, zona donde el productor Lucas Osvaldo desarrolla la actividad agrícola.
Él comentó que se dedica, principalmente, a la producción de soja y que anteriormente insistía con la soja zafra y zafriña, pero luego incorporó el Sistema Santa Fe.
Mencionó que en algunos casos este sistema es visto negativamente en la zona, pero, de acuerdo con su experiencia de dos años, aseguró que le beneficia al suelo, sobre todo porque evita las erosiones. “Hoy no se encuentra un corte de erosión en esta parcela; ese suelo no está compactado”, resaltó.
De igual manera, Osvaldo indicó que es pre ocupante el desarrollo de esta campaña de soja debido al pronóstico de escasas lluvias. Pero ante esta proyección, explicó que realizó importantes correcciones, de modo a enfrentar de manera más efectiva un probable estrés hídrico.
En esta unidad productiva el encalado fue realizado con agricultura de precisión y el uso de calcáreo fue con tasa variable de 3000 a 4000 kg en algunos puntos, además se consideró el cloreto con tasa variable y el boro, que son deficientes en el lugar.
“Quien plantó maíz sabe que el precio está muy bajo, entonces muchas veces nosotros trabajamos porque somos trabajadores nomás y no lo hacemos para ganar plata. Si yo hubiese planta do maíz, tendría pérdidas otra vez; sin embargo, ahora tengo esa cobertura, por ende, me va a resultar positivo para el suelo”, explicó.
El agricultor comentó que otro punto importante de las plantas de cobertura es que cuando se siembra la soja se puede observar la germinación y por más que se registren fuertes lluvias el suelo está bien protegido.
“Ahí ya atajamos las enfermedades de fin de ciclo, por ejemplo, y las coberturas solo suman”, describió.
Para la siembra de soja de este año Osvaldo mencionó que se planteó hacer las aplicaciones 70 días antes, a fin de lograr la mineralización. Un punto que no suele ser tenido en cuenta en estos suelos es realizar la implantación desde octubre en adelante, señaló.
Tras este manejo empleado, el campo quedó listo para el arranque de la soja que se produjo antes del término de la primera quincena de octubre y se extendió, de acuerdo con las condiciones climáticas, hasta la segunda quincena del décimo mes.
Comentó, además, que dentro de este sistema de producción también se incorporó el extracto piroleñoso. Su uso inició con la intención de que sea un potenciador de herbicidas, pero el año pasado se probó como un repelente de la cigarrita del maíz y la mosca blanca de la soja.
“De 5 toneladas de leña me salen 200 hasta 300 litros de extracto ya decantado. Es un excelente enraizador, además”, añadió.
El objetivo del productor en 2025 es incorporar el milleto por la dinámica que ofrece para mejorar el suelo, la microbiota y por su ayuda al reciclaje de potasio. Asimismo, se piensa en la Brachiaria para el aporte de mayor cobertura y un mix de abonos verdes.
Segmento forestal. El productor resaltó que en el 2006 arrancó con el proyecto forestal a través de las leñas para secaderos. Después realizó leña en raja y en el 2018 inició el trabajo con el carbón, además decidió trabajar con el extracto piro leñoso y este año con briquetas.
La producción de carbón ronda las 50 toneladas mensuales. “No es mucho, pero el mercado pide 500 a 1000 toneladas por mes; tenemos que ir de a poquito y el extracto sigue creciendo con la producción de carbón y también el consumo sigue aumentando dentro del sistema de producción agrícola respaldado por la cobertura del suelo”, concluyó el productor.
[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 119 de setiembre de Revista Productiva, página 14]
[Foto : Revista Productiva]