Hace cuatro años, cuando arrancó la actividad ganadera en Estancia La Amistad, ubicada en Maciel, departamento de Caazapá, caracterizada por suelos degradados de pastos nativos, los objetivos de los propietarios eran desafiantes, mucho más aún al ser conscientes de su realidad y del enorme trabajo a desarrollar que implicaba la aplicación de tecnología y conocimientos, ajustar el manejo y hacer una gran inversión para cambiar aquel presente que hoy es una grata experiencia.
En este periodo este campo recibió muchas inversiones, ajustes de manejo, se empleó el sistema de forestación y se adoptó posteriormente, uno silvopastoril para poder integrar y se adoptó uno silvopastoril para poder integrar la producción de carne con madera y, principalmente, para romper aquel mito de que en campos marginales o pobres la carga animal y la producción de carne por hectárea es baja y poco rentable.
José Rockenbach, director de Estancia Amistad, comentó que el proyecto arrancó en agosto de 2017 con la idea de hacer solo forestación. Arrancaron el primer año con una forestación de 500 hectáreas de eucalipto en sistema convencional de 1000 plantas por hectárea, considerando que la mayor parte se destinaría a biomasa, pero, posteriormente, se analizaron otras oportunidades de negocio. “Fue ahí que empezamos con el sistema silvopastoril y empezamos a hacer ganadería de a poco”, agregó.
Expresó que en el año 2018 la empresa comercializó 370 cabezas de ganado gordo, con una proyección positiva. Actualmente, cuentan con 500 hectáreas de silvopastura, además de otras 500 hectáreas de plantación convencional y 500 hectáreas más de la plantación nativa. “Dentro de las pasturas naturales hay 70 hectáreas que estamos haciendo fardos y que les proveemos a los vecinos y a las personas que vienen de lejos, pero la idea es dejar la producción en la medida en que aumente la cantidad de animales”, añadió.
El propulsor de este proyecto comentó que la ganadería en la zona de Caazapá cambió bastante. Agregó que ciertos conceptos están cambiando en el ganadero tradicional, como, por ejemplo, mejorar los campos para aumentar la carga animal. “Anteriormente, tenían dos a tres hectáreas por cabeza y hoy tenemos dos a tres cabezas por hectárea. Contra resultados no hay argumentos y estamos abiertos a conversar, informar, mostrar lo que hemos logrado en este sistema de producción”, añadió.
Don José destacó el acompañamiento de la empresa Granusa que contribuyó con el suministro de las estrategias adecuadas para emprender una ganadería más eficiente y rentable. “Esas son cosas que tienen que caminar juntas y con ellos aprendimos que la producción del ganado es 90 % manejo y el resto, buena genética. Nos ha dado muy buenos resultados esta alianza”, destacó.
Ambientes. En ese afán, José Rockenbach, responsable del área ganadera de Estancia Amistad, comentó que es importante considerar primeramente que el desafío de las pasturas que están integradas en sistemas silvopastoriles es la capacidad de soportar la sombra, porque si bien este esquema está orientado a naciente y poniente, existen épocas del año en las que la sombra se genera un poco más a la izquierda o a la derecha del sol, lo que dificulta el desarrollo del pasto.
“Lo primero que hay que fijarse es que la variedad que se va a implantar tolere un poco de sombra y el encharcamiento. Si le gusta la seca o la humedad, entonces sí vamos a hacer una plantación en un sector que es un poco más húmedo, vamos a buscar una variedad que se adapte a ese lugar, pero si vamos a hacer en regiones más altas o de un pH más alto, podemos poner un pasto que sea un poco más exigente”, explicó.
De igual manera, expresó que tratan de hacer las correcciones en la fertilización para producir más porque existe el tema de los cortes que son muy extractivos para hacer la producción de fardos. Pero acotó que en esa línea de trabajos se puede desproteger el suelo y al tener una periódica aplicación de esta técnica, en algún momento se echará a perder, si no se le aportan los nutrientes suficientes.
“Hoy por hoy nuestro caballito de batalla es el calcáreo y gallinaza que hicimos una única aplicación. Hace un año que estamos trabajando este esquema, pero en este periodo ya se extrajo cuatros veces el pasto para elaborar fardos”, indicó.
Manifestó que al principio, cuando comenzaron a incorporar los pastos artificiales, la idea fue agregar el más rústico, como el pasto humídicola llanero, que es el que mejor se adapta, pero luego encontraron pasturas con mejor desempeño, pero que exigen un mayor requerimiento, por lo tanto, en las áreas con déficit de pH y acidez se fueron realizando las correcciones para poder introducir otras variedades.
“Tenemos el humídicola llanero, Panicum maximun zuri, tamani, brizantha piatá y, posiblemente, hagamos otras variedades porque la idea es no cerrarse solamente a una. Por ejemplo, con la pastura natural la idea es manejarla para tenerla productiva, no dejar encañar y hacer alta carga porque quiérase o no sigue siendo el pasto que nos dura todo el año. Volcar un campo natural al 100 % artificial puede traer algún tipo de problema, si no se maneja bien”, explicó.
Acompañamiento. Por su parte, Francisco Benítez, asesor técnico comercial de Granusa, mencionó la estrategia aplicada en esta unidad de producción. Destacó que cuando arrancó el trabajo el objetivo número uno era apuntar a la productividad, por lo tanto, todas las estrategias estaban abocadas hacia ese punto, de tal manera a que se pueda producir más con la mínima superficie de tierra. “Incurrimos en el mejoramiento del suelo para la implantación de pasturas y fuimos optando por un biotipo animal como el brangus, que es una raza que se adapta mejor a climas más fríos, y con el sistema silvopastoril buscamos hacer la utilización de productos destinados para cada categoría”, agregó.
Para la recría el tipo de producto suministrado fue un proteinado a base de 3 gramos de consumo para las épocas de aguas, mientras que para la época de sequía se sumó un aditivo que ayudó a no bajar la producción de ganancia de kilogramos. Ahora el objetivo se centra en reducir ese proceso de recría, lo que ayudó a cargar más el campo.
Luego, el Dr. César Borba, director de Granusa, comentó que como inicialmente había pastura natural, se trabajó con un gramo de suplementación, pero después se llegó a una mayor suplementación de 3 gramos. “Por la practicidad, nos da un resultado muy superior de lo que es con 1 gramo porque la suplementación de tres gramos en la recría da, principalmente, mayor energía y los resultados están a la vista”, indicó.
Con la pastura natural falta muchas veces proteína y energía por dos factores: uno es la planta, que tiene mucha fibra, por ende, las proteínas están poco disponibles, y, por otro lado, es reducido el volumen de materia seca que debe proveer para garantizar la necesidad del animal.
“Eso hace un desgaste de energía, entonces con tres gramos suplimos eso. Con la pastura natural tuvimos una buena ganancia, pero con la pastura cultivada se ganó más, en torno a 850 gramos, mientras que con la natural estamos con 550 gramos. Con esos niveles de 850 gramos se paga la inversión”, destacó.
Borba expresó que estos cambios demandan un proceso, pero al iniciar la tarea con una buena planificación la ganadería de esta región del país tiene otros niveles de rentabilidad al acostumbrado. “Este es un modelo de cómo mejorar estos campos bajos que la gente puede mirar. Ahora en este establecimiento se pegan el lujo de elegir los animales a comprar y efectivamente compran animales de buena genética y buena conversión, que les dan muy buen resultado”, explicó.
En este sistema integrado, además de lograr una buena ganancia de peso por día, debido al manejo, se obtiene un lucro adicional por la producción de biomasa y madera. Borba agregó que las correcciones del suelo fueron fundamentales para hallar estos niveles de productividad.
“Para mí es poca la inversión por hectárea en relación con la productividad de la pastura, que es enorme. Haciendo una comparación de productividad, se logran 17 rollos por corte, además de tener una buena carga animal que es muy elevada. En este caso, aumentó la cantidad de animales y aumentó la rentabilidad por animal”, precisó.
[Material publicado en el segmento Nota de Tapa de la edición Nº 80 de junio de Revista Productiva, página 20,21 y 22]
[Foto : Revista Productiva]