Muchos apuestan a la soja de entrezafra para compensar los bajos precios de la soja de zafra normal y también están aquellos productores que buscan emplear este periodo de siembra para la producción de semillas de uso propio, que es una alternativa para reducir el costo de producción de la campaña siguiente.
Desafortunadamente, el productor es un inversor que pone su capital en una industria a cielo abierto y depende de la naturaleza para lograr o no el objetivo. Es por ello que en esta oportunidad la falta de agua en el ciclo de desarrollo de la soja generó importantes contratiempos a los agricultores. En este caso, exponemos la experiencia de Carlos Schukovsky, un productor que desarrolla su actividad en el km 14 de la ruta a Obligado, departamento de Itapúa, quien comentó a Productiva que su soja zafriña la sembró durante los primeros días de enero con intenciones de obtener semillas.
En cuanto a los antecedentes de la parcela, indicó que sembró soja de zafra normal y antes ese mismo suelo estaba cubierto con avena. Destacó que tuvo algunos problemas de malezas y también de orugas. Pero si bien no hubo presión de plagas ni de enfermedades, la falta de agua le pasó factura al desarrollo del cultivo de la soja.
“El clima no permitió desarrollar mucha enfermedad, tampoco tuvimos presión de plagas, pero sí faltó agua. Fue una región castigada por la sequía”.
Indicó que, generalmente, en la zafriña de soja existe mucha presión de roya, pero este no fue el caso, por ende, hizo hincapié en un concepto arraigado en la agricultura: nunca un año es similar al otro en el agro.
Soja zafriña
Precisó que el desarrollo de la soja zafriña en su área es netamente para producción de semillas, no para un fin comercial. Acotó que en algunos años solo emplea la cobertura del suelo, porque apostar a la soja en la entrezafra implica muchos riesgos; sin embargo, en esta zafriña se decidió nuevamente por este cultivo.
Debido al estrés hídrico experimentado en este campo y en varias regiones productivas durante el periodo de verano y parte del actual otoño, los rindes de la soja de segunda llegarían a 1000 y 1500 kg por hectárea.
Expresó que después de esta cosecha de soja de entrezafra nuevamente buscaría sumar mayor cobertura al suelo, por ende, sembrará avena, con el fin de ir preparando la suficiente cama para albergar a la soja en la siguiente campaña 2020/21. Esa avena que se sembrará, luego será rolada a los 80 y 90 días de desarrollo para dar la suficiente materia orgánica a la soja, que es el principal rubro de renta del agricultor.
Promedio
Comentó que los rendimientos de su parcela de soja en zafra normal estuvieron en el orden de los 3500 kg por hectárea. Si bien son parcelas con varios años de uso agrícola, comentó que mediante el manejo que se tienen, como la rotación de cultivos, la siembra directa y la incorporación de abonos verdes, aún se logran rindes por encima de los 3800 kg por hectárea.
“La avena es más o menos lo que está más ajustable; a veces incorporamos nabo forrajero con avena y trigo -muy poco- porque son parcelas un poco bajas que muchas veces las heladas tardías afectan bastante”.
Además del buen manejo realizado, aplica una fertilización al voleo, encalado y cada siembra se hace con su fertilización de base. “Los foliares solamente lo normal, más en base”, acotó.
Malezas
En torno a la presión de malezas, comentó que es un mal creciente. “Estamos viendo mucho y ya estamos empezando a rotar las parcelas con maíz, para un control en invierno y viendo nuevas alternativas, nuevos productos, además rotar los principios activos”, expresó.
Mencionó que en esta parcela tiene mucha presión de buva (Conyza spp) y de kapi’i pororo (Digitaria insularis). Afirmó que siempre tratan de controlar en forma temprana las malezas, con el fin de que estas no lleguen a semillar, porque, de lo contrario, se complica el control.
Precisó, además, que esta presión de malezas resistentes generó un incremento del costo destinado a su control. Actualmente, en su caso, debe invertir alrededor de USD 150 por hectárea para lograr una parcela limpia sin competencia de malezas. “Lo importante es que hay muchas innovaciones, cosas que están por salir para ir viendo y tratar de aplicar en las parcelas para tener buenos resultados”, resaltó.
Manifestó que las nuevas biotecnologías aportan controles en preemergencia y posemergencia de las malezas; por lo tanto, eso ayudará bastante a la actividad del productor.
Maíz
Así como apostó por la soja de entrezafra, también lo hizo por el maíz de segunda zafra. Los materiales fueron sembrados a finales de enero y principios de febrero, y el punto en común fue la falta de agua para ambos ciclos de siembra.
“En las parcelas de maíz tuvimos muy pocas precipitaciones. Para nosotros es sumamente importante el maíz porque también una parte destinamos a la ganadería que estamos implementando un poco, pero es más para granos comerciales nuestra producción”.
Dijo que la falta de agua en gran parte del ciclo del maíz fácilmente impactará en el rendimiento. En su parcela cree que perderá alrededor de 2500 kg por hectárea en promedio, ya que en algunas áreas los cultivos están más resentidos, mientras que en otras, no tanto. Agregó que con la situación experimentada alcanzaría 3500 a 4000 kg por hectárea de promedio.
“Hoy en día el maíz ya no es tan rentable, es una opción más que se da para la rotación del cultivo que estamos haciendo. Hay muchas partes en las que se tienen convenios con las cooperativas por maíz trueque. Hay esa opción que hoy en día nos presta la cooperativa, motivo por el cual también seguimos sembrando”, concluyó.
[Material publicado en la sección «Agricultura Productiva» de la edición impresa Nº 67 – Mayo de Revista Productiva, páginas 14 y 15]
[Foto : Revista Productiva]