El planteamiento inicial de cerrar el trabajo de siembra de soja para el 20 de setiembre y así evitar el posible estrés de las plantas por déficit hídrico que podría presentarse a fin de diciembre a febrero, pero debido a las condiciones climáticas adversas enmarcadas en constantes precipitaciones, no se está pudiendo llevar a cabo. Esta condición complica aun más en los campos bajos, mencionó en Nación Productiva, el Ing. Agr. Carlos Andrés Kañuka, director de Agro 3K, unidad productiva ubicada en la zona de Yegros, Caazapá.

 

Indicó que comenzaron a calibrar la sembradora el pasado 29 de agosto y comenzaron a sembrar desde los primeros días de setiembre, sin embargo, el avance fue escaso debido a las lluvias frecuentes que se presentaron en las últimas jornadas.

 

Aparte de algunas proyecciones agrometeorológicas que hablan de una posible escasez hídrica para fin de año y comienzo del año 2026, más algunas informaciones que manejan los productores de la zona de Yegros, Caazapá, en donde normalmente escasean las lluvias en esas fechas, el productor decidió realizar el primer golpe de siembra con un pequeño lote de 80 hectáreas.

 

Enfatizó que la idea era tratar de cerrar el trabajo de implantación para el 20 de setiembre, a fin de evitar el estrés de las plantas por déficit hídrico que empieza a fin de diciembre a febrero. “Entonces buscábamos colocar todo el cultivo para que en esa época ya no se necesite tanta agua, pero por lo que veo está un poco complicado por el retraso de la siembra, las condiciones no están acompañando”, expresó.

 

Acotó que en los suelos bajos con 10 o 15mm de lluvia se debe esperar 4 a 5 días e inclusive más días, para seguir con los trabajos.

 

El productor remarcó que con la experiencia del año pasado no se registraron buenos rindes con la soja de octubre. “Nos topamos con ese bache y con las informaciones que recaudamos, nos dijeron que esa zona sufre de punto de estrés hídrico a finales de diciembre a enero”, acotó y agregó que apenas el clima permita se estará sembrando durante las 24 horas del día.

 

Kañuka comentó que actualmente están desarrollando actividades agrícolas tanto en tierra alta como en campos bajos, como es el caso de la unidad productiva ubicada en la zona de Yegros, Caazapá. Explicó que anteriormente era un campo ganadero tradicional y que desde el 2023 comenzó el proceso de transformación con recolección de datos, muestreos de parcelas y los análisis de suelo. “Iniciamos con esos trabajos para saber qué tipo de cal usar, qué tipo de diseños de desagüe y balos íbamos a realizar para drenar el agua”, expresó y agregó que el área de trabajo desarrollada en Caazapá es de 640 hectáreas.

 

Señaló que el primer año se sembró soja y un poco con sorgo, que no tuvo el desarrollo esperado por sembrar una gramínea sobre otra. “Realmente con la zafra que cerramos, que es la 2024/25 estamos bastantes conformes, porque notamos un aumento de rendimiento interesante, un promedio general de prácticamente cerca de 3.000 kilos por hectárea. Sería el segundo año de zafra que estamos haciendo y está mostrando resultados positivos”, resaltó.

 

Comentó que el punto de equilibrio en la última campaña estuvo entre 2.700 a 2.800 kilos por hectárea, siendo campos 100 % arrendados. Explicó que la idea era cubrir una gran parte del gasto inicial en la primera campaña, pero que fue justo un año del fenómeno climático El Niño con mucha agua en las parcelas, situación que afectó al cultivo de la soja y no se pudo cubrir ni el costo de producción.

 

El profesional calcula que en este tercer y cuarto año el costo de producción estaría disminuyendo considerablemente, ya que el trabajo de canalización ya está realizado. “Hay que destacar que en los primeros años el gasto es un poquito elevado, porque hay que hacer mucho trabajo de canalización con varias horas de retro, trabajo de calcáreo, todo eso va sumando y ahí nuestro costo sube bastante”, manifestó.

 

Mencionó que en este último periodo de entrezafra, se estuvo realizando soja zafriña para obtener semillas y unas 180 hectáreas de sorgo, además de cultivos de milleto y brachiaria, con el objetivo de cubrir de materia orgánica el suelo. También sembró un área experimental de canola de 40 hectáreas y unas 180 hectáreas de trigo que está en proceso de cosecha. “Cubrimos alrededor del 80% de superficie, el 20% restante eran parcelas que estábamos nivelando, porque teníamos problemas de encharcamiento aún”, sostuvo.

 

En cuanto a canalización y drenaje, dijo que ya se llegó prácticamente al 100% de acuerdo al estudio de altimetrías, tanto con los balos primarios como secundarios y toda la planificación técnica. “Siempre hay trabajamos que realizamos que sería limpieza de zanjas por acumulación de tierras, crecimiento de camalotes o algunos residuos que caen y empiezan a obstruir, pero estructuralmente ya se hizo todo el trabajo”, subrayó y explicó que los canales están preparados para drenar agua, no así para irrigar la parcela por el tipo de geografía, lo cual hace depender 100% del clima.

 

[Foto: Ing. Agr. Carlos Kañuka/ Archivo/ Productiva C&M]