Desde Puente Kyha, departamento de Canindeyú, el Ing. Agr. Jonathan Owens, responsable de la Estancia Santa María, presentó el puente verde como una alternativa para un manejo correcto de suelos, además de la toma de decisiones oportunas a través de la electroconductividad.

 

Indicó que al inicio del trabajo en el campo no se tenía conocimiento sobre la fertilidad del suelo, por lo que era necesario contar con los mapas para hacer las labores de reforma de calcáreo y a través de la tecnología Veris se llegó a medir la electroconductividad del suelo. Esto permitió conocer el potencial del campo.

 

Señaló que se comprobó la validez de la tecnología, pero el uso depende de la uniformidad de la cobertura del suelo y el nivel de humedad. Recomendó realizar el análisis después de la cosecha de soja.

 

“Con ese mapa podemos analizar el suelo y crear un mapa de aplicación de calcáreo”, destacó.

 

Precisó que la herramienta es capaz de detectar una gran cantidad de problemas en cuanto al ataque de plagas y errores en la siembra. “No es para descartar el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), sino saber dónde es aplicable”, contó.

 

En cuanto al puente verde, mencionó que el objetivo es mantener un cultivo verde y consiste en colocar el trigo en el suelo, luego de que haya pasado el momento de maíz o soja zafriña. “Quedamos dos a tres meses sin cobertura y la idea es aprovechar ese tiempo para producción de la materia orgánica que aporte a la propia producción de trigo, además de mejorar el suelo”, explicó.

 

En la unidad de producción se realizaron dos tipos de cultivo de puente verde, uno con milleto y otro con nabo forrajero. En comparación con una muestra dejada sin cobertura, se observó un aporte de nitrógeno sin la necesidad de comprar abonos.

 

Acotó que la incorporación del puente verde permite que las raíces exploren nuevas profundidades y se reduzca la posibilidad de registrar mermas importantes en periodos de sequía.

 

El ingeniero comentó que dentro la reforma del campo se realiza la aplicación del calcáreo mediante una tasa variable y así tener un mejor aprovechamiento, ya que el costo del insumo se ha elevado. Finalmente, se aplica a 40 a 60 cm del suelo con la intención de corregirlo y conseguir un mejor perfil para el futuro cultivo.

 

En cuanto a la cobertura, agregó que es una alternativa dentro del establecimiento del puente verde. Específicamente, el nabo forrajero representa una herramienta favorable por la relación carbono y nitrógeno, a diferencia de otros cultivos.

 

“La descomposición de la materia seca empieza a consumir el nitrógeno en el suelo e inmediatamente el nitrógeno va a estar disponible para el cultivo de trigo”, señaló.

 

Por su parte, el milleto se destaca por su buen arranque y nivel de materia seca, pero su relación carbono-nitrógeno no es tan favorable como el nabo forrajero. En este caso, la idea fue secar el cultivo de forma anticipada para iniciar el proceso de descomposición.

 

Dijo también que el nabo forrajero ha tenido un buen resultado. Luego de la cosecha, se podrá cuantificar si el aumento de la producción compensa el costo de instalación del puente verde.

 

Además, los resultados finales se observarán en la soja que es el cultivo siguiente en la unidad de producción. “Vamos a analizar si el efecto del puente verde continua hasta la cosecha de soja y luego la zafriña”, resaltó.

 

Si bien la idea inicial del puente verde apuntaba al cultivo de trigo, agregó que el efecto adicional es también sobre la soja. “Analizando a un agricultor que tiene que alquilar máquinas, el costo calculado es de USD 35 por hectárea”, indicó.

 

Por otro lado, destacó que casi no se requiere la aplicación de defensivos agrícolas, ya que el nabo forrajero se caracteriza por ser resistente a plagas.

 

En lo que se refiere a la Brachiaria ruziziensis, dijo que es el cultivo que aporta más materia orgánica para el sistema de suelo hasta 40 toneladas. “Al hacer todo el servicio de reforma perdemos toda nuestra cobertura y reiniciamos nuestra siembra directa, entonces la Brachiaria es la herramienta para corregir eso. Este cultivo también permite realizar el Sistema Santa Fe, que aporta materia orgánica y ayuda al control de malezas”, puntualizó.

 

Como alternativa de reducción de pérdidas en maíz, explicó que el manejo aplicado en las cabeceras ha dado buenos resultados. “Con la cabera decidimos dejar como cobertura una Brachiaria por el aporte de materia seca y con eso vamos a recuperar la cabecera y naturalmente va a descompactar el suelo hasta aumentar la producción”, destacó.

 

Finalmente, resaltó la importancia del cuidado del suelo y buscar innovaciones dentro del sistema de producción del agricultor para lograr resultados a mediano y largo plazo.

 

Si se desea tener un futuro, el productor necesita aplicar tecnologías. “En este caso, hablamos de la materia orgánica que introducimos al suelo”, concluyó.

 

[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 94 de agosto de Revista Productiva, página 16]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]