El Ing. Agr. Víctor Medina, productor y empresario, es nuestro protagonista en esta edición de Revista Productiva, en donde habla de su formación personal y profesional, cuáles son sus sueños y desafíos y recuerda anécdotas de su vida, que tiene a su familia como el motor que impulsa la ejecución de acciones productivas. 

 

Ficha personal

Víctor Medina es ingeniero agrónomo y cuenta con un posgrado en Agronegocios. Se desempeña, actualmente, como director en la empresa Control Union Paraguay y lleva adelante un emprendimiento ganadero en suelo chaqueño.

Es proactivo y promueve el desarrollo de la producción sostenible, por lo que hoy en día comparte varios grupos de trabajo ligados a la producción agropecuaria.

 

Gracias por recibirnos, ingeniero. Comentanos cómo estaba constituida tu familia.

Gracias a ustedes por visitar nuestro lugar de trabajo. Bueno, somos una familia numerosa constituida por mis padres que, gracias a Dios, están con vida, y mis cuatro hermanos. Todos somos de casa salesiana, por lo que estamos siempre con el espíritu de servir con alegría y, sobre todo, con compromiso en las cosas que hacemos y nos apasiona.

 

¿Qué recordás de tu vida de niño?

La formación que hemos recibido de nuestros padres fue bastante importante y vemos que los cinco hermanos fuimos formados en un ambiente de alegría y de lucha. Pasamos también momentos difíciles, pero también de mucha felicidad. Lo que sí debo destacar como aprendizaje es la capacidad de superar las adversidades que se nos presentan.

 

¿Cómo nace tu vínculo con el campo?

Uno, realmente, a los 14 o 15 años no tiene claro qué va a seguir o hacia dónde va a apuntar. Pero por cosas de la vida, mi padre cambia de rubro. Él tenía una empresa constructora y tras un arreglo comercial, accede a un campo que estaba en la zona de San Pedro del Paraná, que estaba orientado a la producción agrícola-ganadera. Bueno, comencé a viajar con él y desde aquel instante me picó el bichito de querer hacer algo productivo en la vida. Por eso elegí Agronomía, porque me gustaba mucho más el trabajo de producción. Me dicen muchas veces «¿Y por qué no veterinaria?», porque después trabajé mucho tiempo en los frigoríficos. Y la verdad que no, no elegí veterinaria porque me parecía que era algo que no creía que podía hacer.

 

Esa transición de la vida, de la formación académica al inicio del trabajo ¿cómo la sentiste?

Al inicio fue muy complicado. Seguíamos de mucha fiesta, terminaba el colegio, empezaba la facultad, pero después fui tomando el compromiso. Inclusive ya en el último año de la carrera, el ingeniero Rodolfo (Heyn) a mí me llevó para ser su ayudante de cátedra. Y ahí también me inicié en una nueva etapa, que era la de empezar a ser profesor o ayudante de cátedra.

Muchos aprendizajes he recibido en el campo, junto a mi padre o importantes referentes, que han complementado la facultad.

 

¿Recordás el momento más difícil de tu vida y el momento más feliz?

Un momento difícil no hay, son muchísimos [ríe]. Pero por suerte hay muchos felices también. Pero uno que recuerdo ahora, justamente, en el campo de papá, cuando tenía 18 a 19 años. Tuvimos problemas en esa zona, porque había bastante abigeo. Y papá, en su momento, lo que hizo fue desviar un camino vecinal que se usaba. Pensábamos nosotros que era vecinal, pero era el camino que usaba el abigeo, porque cuando entró papá ese campo estaba medio dejado. Empezamos a tener problemas con los “vecinos”, y en un momento, tenía ya amenazas papá. Seguimos nosotros en la producción y en un momento estábamos en la casa, que estaba más o menos a 150 o 200 metros del corral y la ventana de mi pieza daba hacia el corral. Alrededor de la medianoche me despierto y veo que se está prendiendo fuego en el corral. Y cuando tratamos de movernos, vemos que había gente activando ese fuego y bueno, empezó prácticamente una balacera con esa gente. Entonces, fue algo a lo mejor inconsciente de mi parte. Fue muy difícil, realmente.

 

Otra cuestión difícil fue también cuando vinimos a explorar el Chaco con el señor Patricio Fraser, mi socio. Fue complicado al principio, con la sequía, con los precios. Pero esa historia difícil concluye con resultados satisfactorios, porque nos ayudó a mejorar, a ser resilientes y a buscar elevar la productividad. Efectivamente, tuvimos una preñez y unos terneros, después, que nos elevaron el ánimo. Es así el campo, te presenta situaciones adversas, pero luego viene la satisfacción.

 

¿Tenés sueños por cumplir?

¿Si tengo sueños? Tengo muchísimos y espero seguir teniéndolos porque si después no tuviera sueños, capaz que ya terminó la vida [ríe]. Hoy estoy tratando de ponerme metas con plazos más lógicos. Tengo la gracia de tener estabilidad económica, que no deja de ser importante. Tengo salud, con ciertas condiciones. Me operé varias veces de diferentes cosas, pero estamos bien. Y, sobre todo, tengo una familia, una señora y cuatro hijos que son espectaculares, que son el motor para seguir haciendo cosas.

 

Un mensaje final para tus colaboradores, tu enforno familiar y también la sociedad, que en algunos casos tiene prejuicios sobre la actividad agropecuaria.

El grupo humano que tengo aquí en la estancia o en Control Union es magnífico. Espero que podamos seguir creciendo y que nuestra gente también siga mejorando.

 

A mi familia, agradecerles. A ellos también les tocó vivir este proceso de desarrollo de este campo. Les tocó descargar maíz, camiones de maíz y repartir balanceados en el confinamiento. En el periodo de pandemia vinimos y nos encerramos aquí y pasamos muchas situaciones que nos ayudaron a unirnos más.

 

A la gente, en general, yo no sé si tengo la capacidad de decirles qué hacer, pero sí les puedo invitar a que vengan a ver, que nos acompañen, que vean al productor, sobre todo con ojos diferentes. No es lo que se dice. Muchas veces se ataca la producción. No tienen idea de lo que es estar en el campo, con limitaciones, con oportunidades, con desafíos, con situaciones adversas, pero seguimos trabajando.

 

Nosotros los humanos tenemos un defecto: creemos que nunca estamos equivocados, pero pueden venir a verificar la realidad de lo que se vive en el campo.

 

[Entrevista publicada en la edición 131 de Revista Productiva]

 

[Foto: Víctor Medina / Revista Productiva]