En el Chaco paraguayo, donde los suelos son relativamente pobres en materia orgánica y la fertilidad natural se agota con rapidez, los árboles podrían ser una pieza clave para sostener y mejorar la productividad ganadera, expresó el Ing. Agr. Dante Pueyo, profesional argentino que disertó en el 33º Congreso Internacional CEA. Resaltó, además, que la incorporación de especies como el algarrobo en los sistemas ganaderos no solo mejoran la calidad del forraje, sino también la persistencia y producción de las pasturas a lo largo del tiempo.

 

“Los suelos del Chaco no son tan ricos en materia orgánica. Cuando se desmonta y se establece una pastura como el gatton panic, inicialmente se obtiene una buena producción, pero con los años esta merma porque el suelo pierde nitrógeno. En cambio, los árboles, especialmente el algarrobo, aportan nitrógeno al suelo, lo que se traduce en más pasto y de mejor calidad”, explicó profesional argentino, quien disertó en el 33º Congreso Internacional del CEA, desarrollado los días 27 y 28 de octubre, en el Centro de Convenciones de la Conmebol, donde tuvo como tema: «Caracterizando los ambientes forrajeros para maximizar la productividad».

 

De acuerdo con mediciones y observaciones en campo, las pasturas que crecen alrededor de la copa de los algarrobos presentan una mayor densidad y mejor color, evidencia del aporte nutricional que estos árboles realizan al suelo. “Cuando hay árboles intercalados, la productividad se mantiene y mejora con los años. Es un beneficio tanto para el suelo como para el productor”, señaló Pueyo.

 

Además del impacto directo en la calidad del forraje, los árboles aportan otro beneficio clave: bienestar animal. La sombra distribuida en todo el potrero permite que el ganado se alimente de forma más cómoda, reduce el estrés térmico y aumenta su rendimiento.

 

El profesional recomendó a los productores aprovechar la regeneración natural del algarrobo, una especie común en la región chaqueña. “En lugar de eliminarlo, se puede manejar dejando un árbol cada 15 o 20 metros. Con el tiempo, se conforma un sistema silvopastoril a partir del manejo natural, con podas y selección”, explicó.

 

Finalmente, Pueyo instó a los productores a conocer bien su terreno antes de sembrar una pastura, considerando el régimen de lluvias, el relieve y la fertilidad del suelo. “Un análisis básico del suelo ayuda a determinar qué especies de pasturas serán más duraderas y productivas según las condiciones del lugar”, subrayó.

 

En resumen, integrar árboles al sistema productivo chaqueño no solo representa una práctica sustentable, sino también una estrategia inteligente para sostener la rentabilidad ganadera a largo plazo.

 

[Foto: Dante Pueyo / Productiva C&M]