En nuestra región hace tiempo que se viene trabajando sostenidamente en la disciplina de conservación de forrajes, y el objetivo ha ido modificándose o mejor dicho adaptándose de acuerdo con la dinámica del negocio de la ganadería, ya sea si se apunta a la producción de carne o de leche.
*Ing. Agr. Pablo Cattani
Universidad Católica de Córdoba, Argentina
En un principio se trabajó sobre la posibilidad de contar con reservas forrajeras para poder suplir los baches de demanda alimenticia (principalmente de volumen) que se presentaban en diferentes épocas y zonas productivas, en la medida en que los métodos y tecnologías se fueron ajustando se dio paso al concepto de conservación de forrajes.
Si bien ambos conceptos parecen ser lo mismo, cabe señalar que en el primer caso (reservas) se ve implícita una falla en la presupuestación forrajera o estrategia de uso, mientras que cuando se incorpora el concepto de forrajes conservados, es porque se asume un balance forrajero en donde se planifica la conservación de excedentes o bien la producción de cultivos con el objetivo de poder diferirlos en el tiempo para ser utilizados en épocas de menor oferta o para fines determinados de acuerdo con la escala o proceso productivo.
De la misma manera que cambió el concepto, es importante destacar que también fue modificándose el escenario en donde se utilizan los forrajes conservados, pasando de la necesidad de un volumen útil (cantidad por defectos en la oferta forrajera) a calidad como la necesidad de tener mayor cantidad de nutrientes fácilmente disponibles e incorporables a las dietas en donde los estos son los que mandan los principios o protocolos para la producción de forrajes conservados de alta calidad al menor costo.
Con el objetivo de poder dilucidar cuál es el concepto preponderante al momento de la conservación de forrajes, tenemos varios puntos a analizar, los cuales detallaremos a continuación para facilitar el entendimiento de los conceptos o bien la toma de decisión al momento de definir el protocolo para la producción, conservación y utilización de los forrajes conservados que constituyan las dietas que permitan la producción de carne y leche con la mayor eficiencia.
Dentro de estos conceptos hay dos fundamentales y que han sido definitorios al momento de la toma de decisión: a) Disponibilidad de tierra b) Giro del negocio en el tiempo.
Disponibilidad de tierra. Si bien Sudamérica es una de las últimas regiones del mundo donde quedan tierras con aptitud agrícola-ganadera casi sin explotación y con disponibilidad de agua (aunque con menos reserva en las tierras menos desarrolladas), es bien sabido que son cada vez más escasas, lo que aumenta en gran medida su demanda y, por lo tanto, el precio.
Esto marca una necesidad imperiosa de incremento de eficiencia en el uso de los recursos y es allí en donde la pregunta recurrente en el pasado sobre la conveniencia de lograr calidad o cantidad de forrajes cruza algunas fronteras en cuando a conceptos y merece un análisis más profundo.
En este sentido, diremos que en la actualidad no solo alcanza con tener una amplia disponibilidad de recursos forrajeros, sino que estos deben ser producidos de tal manera que nunca afecten el consumo animal, principalmente por una cuestión de digestibilidad e ingestibilidad o lo que sería lo mismo, que los alimentos sean fácilmente consumidos por los rodeos y que presenten un grado de digestibilidad que estimule a su máximo potencial la producción en cuanto a energía disponible (dada por la digestibilidad), además de su destino específico, ya sea proteína o energía.
Dicho en otras palabras, y a modo de ejemplo, podemos afirmar que si bien la confección de heno tiene como objetivo primordial lograr un elemento proteico, la digestibilidad de la fibra del heno producido colaborará con un mayor aporte de energía metabolizable a nivel ruminal, potenciando el uso de la proteína intrínseca del heno producido. La fórmula ganar o ganar debe ser la matriz de cálculo que se establezca desde ahora con miras al futuro en la toma de decisiones al momento de confeccionar forrajes conservados de alta calidad.
Giro del negocio. La importancia del rápido giro de capital de la actividad es esencial para la evolución de la ganadería. Por esta razón es que se debe poner especial énfasis en las “categorías improductivas” como las categorizadas como recría, en donde solo se espera pasar a un estadio más avanzado de producción para definir plazos y procesos productivos.
En una realidad productiva de ocupación de tierra con animales que necesitan desarrollo, sumada a la escasez de tierra productiva, resulta mandatorio acortar los plazos de categorías “transitorias entre cría y engorde”, pero que sí tendrán peso propio al final del ciclo en el caso de que hayan sido desarrolladas con la mayor eficiencia.
Sumado a esto, las categorías en desarrollo tienen espacio ruminal reducido, por lo que se suele caer en el error de una subalimentación, ya sea por escaso volumen ofrecido o bien por exceso de fibra en las dietas en donde los animales se encuentran en límites de saciedad “física” o lo que es lo mismo, por su escaso desarrollo el rumen limita el volumen de alimento que tiene capacidad de ingerir esa categoría de animales y, por lo tanto, la velocidad de producción o desarrollo se puede ver resentida.
Dicho esto, se deja establecida la necesidad de que para acelerar el proceso productivo y evitar la superocupación de tierras productivas con categorías menos productivas o rentables, es primordial mejorar las condiciones mediante las cuales los rodeos puedan consumir todo lo necesario sin ninguna limitación (física o fisiológica), de modo tal que expresen todo su potencial de producción (carne o leche) por unidad de superficie en el menor tiempo posible.
[Material publicado en el segmento Ganadería Productiva de la edición Nº 91 de mayo de Revista Productiva, página 20]
[Foto : Revista Productiva]