“Dale un pez a un hombre y comerá hoy. Enséñale a pescar y comerá el resto de su vida”. Este proverbio es bien conocido en el mundo de la cooperación y el desarrollo, pero al pasar del plan a la ejecución son muy pocos los que pueden contar una historia de éxito. Es así que los pequeños productores de Jaguarete Forest, distrito de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, aquellos que en algún momento tuvieron enormes contratiempos para forjar un camino diferente al de los demás por las presiones de la misma sociedad y el prejuicio hacia a la soja, hoy son foco del cambio, porque están aspirando a tener un sistema de producción en el que predomina esta oleaginosa y a través de este manejo desean conseguir un mayor bienestar para sus familias.

 

En este contexto, la firma GPSA organizó una jornada de campo en el establecimiento de Darío Torres, en donde se pudo observar ese proceso de avance en torno a la construcción de una agricultura mucho más profesional.

 

El Ing. Agr. Fabián Pereira Ortiz, director comercial de GPSA, destacó que el trabajo realizado con pequeños productores en el asentamiento Yaguareté Forest surgió hace un año con el objetivo de convertir a estos agricultores en los embajadores de la producción agrícola de la zona.

 

Considerando el déficit de la asistencia técnica por parte del Gobierno, señaló que GPSA tomó el compromiso de apoyar a los productores locales con la provisión de insumos, acompañamiento de los técnicos y la creación de canales de comercialización de granos. Al mismo tiempo, valoró las ganas de trabajar y crecer de los agricultores asociados.

 

El objetivo es sumar más productores a este proyecto para aumentar el volumen productivo y garantizar una mayor rentabilidad. La Estancia Paso Kurusu-GPSA produce más de 50 000 toneladas de granos.

 

El gran desafío es poder generar el conocimiento de que los pequeños productores también pueden sumarse al barco de la producción, y no simplemente estar diciendo que la agricultura es para los grandes”, finalizó.

 

Asistencia. A su vez, el Ing. Agr. José Benítez, responsable técnico de la Estancia Paso Kurusu de GPSA, mencionó que el plan piloto con los pequeños productores partió con la entrega de créditos, pero luego se trasladó a una asistencia técnica como la base fundamental para la producción agrícola.

 

Después de las primeras evaluaciones y el acercamiento a los agricultores, se planificó el trabajo y hoy se observa un cultivo de soja bien establecido que cubre los costos de producción, añadió. La empresa creó vínculos con cinco familias dentro de este plan que involucra alrededor de 60 hectáreas.

 

Las variedades de soja fueron sembradas después del 5 de octubre de 2022, por lo que las condiciones adversas climáticas no afectaron demasiado a los cultivos. Entre los planes de rotación, el maíz se presenta como una opción, así como los abonos verdes.

 

Nutrición. El Ing. Agr. Arturo Restaino, coordinador para la región norte de GPSA, habló de las líneas especiales de GAMA en coadyuvantes y foliares. Entre las opciones destacadas, citó al Taggy, un enraizante posicionado para la soja que busca obtener mayor crecimiento radicular.

 

Otra alternativa es Magnum, que es detoxificante de acción rápida para la recuperación de las hojas debido al estrés causado por el glifosato. Por otro lado, Top Amino es uno de los productos más completos en macronutrientes y microelementos que combina aminoácidos para obtener un mejor crecimiento vegetativo.

 

Finalmente, el Boruss es posicionado en floración plena porque otorga mayor movilidad dentro del sistema de las plantas, además reduce la caída de vainas. “Con nuestro portafolio buscamos aumentar el rendimiento para los productores”, destacó.

 

Malezas. Por otro lado, el Ing. Agr. Francisco Centurión, miembro del área de Desarrollo Técnico de Mercado para la región norte de BASF Paraguaya, comentó que dentro del segmento de herbicidas se hizo hincapié en encontrar las mejores condiciones de aplicación y la importancia de la desecación anticipada para lograr un buen arranque sin competencias y mantener el potencial del cultivo.

 

En este contexto, fue presentado Heat (saflufenacil al 70 %), que requiere una correcta utilización de la dosis recomendada, caudal de agua y las condiciones de humedad para que el producto brinde los resultados esperados sobre las malezas.

 

Se recomendó, además, el uso de productos preemergentes y residuales para apuntar a erradicar las malezas características del suelo degradado.

 

Semillas. Luego, Paulo Prass, responsable del área de Semillas de GPSA, resaltó la importancia de acercarles a los productores los conceptos sobre el uso de semillas certificadas, especialmente por ser personas que están incursionando en el segmento de los granos, ya sea soja o maíz.

 

Las semillas certificadas no solo aportan al fisco, sino a toda la cadena productiva. Si empezamos ahora con estos productores, les demostramos el valor que tiene cada semilla y todo el trabajo que hacen por años los obtentores”, enfatizó.

 

Explicó que el respaldo fue por parte de la semillería de GPSA y bajo la licencia de las semillas Credenz, a través de BASF; Nidera Semillas por Syngenta, Monsoy a través de Bayer, al igual que GDM y Brasmax. La idea es continuar con este trabajo y brindarles a los productores opciones de variedades adaptadas a la región.

 

Productores. Alberto Escobar, productor del asentamiento Yaguareté Forest, distrito de Santa Rosa del Aguaray, departamento de San Pedro, explicó que cultivaba sésamo y mandioca, pero la producción no era rentable y, por lo tanto, no le permitía mantener a su familia.

 

Explicó que siempre quiso sembrar soja, pero por la falta de apoyo y la posibilidad de mecanización no podía hacerlo.

 

Hoy en día, ve una mejoría en su vida con el cultivo de soja después de la cosecha. “Nosotros los productores queremos seguir capacitándonos; muchos dejaron (la agricultura) por la falta de recursos y creemos que detrás del cultivo de la soja tendremos más posibilidades”, destacó.

 

Luego, Teresio Martínez Colmán, otro productor de la zona, manifestó que hace cinco años siembra soja, pero en el pasado llegó a tener muchas complicaciones.

 

A pesar de eso, comentó que sigue sembrando la oleaginosa, ya que observa que sus vecinos mejoraron su situación gracias a ella. “Por eso decidí seguir ese camino”, acotó.

 

Asimismo, destacó el acompañamiento de la empresa GPSA por la asistencia permanente y la entrega de las semillas necesarias. “Yo quiero seguir con mi grupo y pagar las deudas con cada zafra; deseo cumplir mis compromisos”, rescató.

 

A su vez, Óscar Núñez Gamarra, productor y primer poblador de la Calle 2 de Yaguarete Forest, señaló que en el 2019 comenzó en la zona en medio de problemas porque era considerada zona roja, pero acotó que esa ya es una etapa superada. Indicó que ahora la comunidad está reemplazando el cultivo de mandioca y algodón por la soja.

 

Es gracias a la asistencia de GPSA para levantar la comunidad y la zona. Nos asiste el ingeniero de GPSA, monitorea nuestra parcela para no fracasar”, resaltó.

 

Comentó que piensa hacer la rotacion de cultivos de la soja al maíz para mejorar el suelo. Mencionó que, anteriormente, sin implementos agrícolas le era difícil preparar el suelo, además de la falta de asistencia del Gobierno, pero ahora eso cambió gracias al entrenamiento que recibe.

 

Darío Torres, productor de la Calle 2 de Yaguarete Forest, comentó que empezó a sembrar soja con asistencia de GPSA luego de solicitar ayuda. Aclaró que fue asistido con insumos y desde ese momento trabaja con el rubro, esperando que las lluvias favorezcan el cultivo.

 

Antes, Torres sembraba mandioca, pero no le resultó el año anterior. Sin embargo, con la soja el productor pudo tener un mejor resultado.

 

Destacó que por medio de los resultados de la producción de soja pudo ayudarle a un familiar que tuvo una operación del corazón y también a su hija a estudiar en la universidad. “Yo ahora solicité apoyo de implementos de GPSA para pagar a cambio de cada zafra”, explicó.

 

Otro productor destacado, don Ricardo Cardozo, de Colonia Amistad, Guayaibí, señaló que cuando inició con la agricultura se enfrentó a muchos problemas a causa del clima. Asimismo, se encontró con vecinos que eran reacios a la producción de soja.

 

Indicó que actualmente la comunidad cuenta con 1200 hectáreas, de las cuales 910 hectáreas le corresponden a la soja. “Hoy después de tanto tiempo los vecinos vieron la realidad de la soja”, subrayó.

 

Por otra parte, mencionó que, anteriormente, por desconocimiento realizaban malos manejos de los insecticidas y otros insumos, pero con la experiencia y la asistencia recibida la realidad es otra, valoró.

 

Esto nos muestra que si encaramos con fe, podemos crecer. Yo no sé otro tipo de trabajo y todo lo que conseguí fue gracias al cultivo de la soja”, resaltó.

 

[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 100 de febrero de Revista Productiva, páginas 16 y 17]