La roya no aparece todos los años, pero cuando se presenta puede ser letal en cualquier campo cubierto con soja.
Si bien la meta de las empresas es desarrollar herramientas químicas como rotación de principios activos o aplicaciones en secuencia, el resultado a veces no satisface a los productores.
Por ende, dentro de la alianza público-privada entre el Inbio y el IPTA se está fortaleciendo una nueva línea de investigación de variedades de soja con resistencia a la roya a través de genes apilados.
El objetivo es sumar a los trabajos de investigación una línea para incorporar a las plantas de soja hasta cuatro genes de resistencia diferentes, de modo a proporcionar mayor capacidad de soportar el ataque de esta dolencia que tiene también varias razas que atacan a los cultivos.
Actualmente, el Instituto de Biotecnología Agrícola y el Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria, ya han lanzado comercialmente tres variedades de la oleaginosa en Paraguay con resistencia a la roya asiática basada en el gen de resistencia Rpp4: la Sojapar R19, la R24 y más recientemente la R34.
Estos materiales ayudan a reducir notoriamente la aplicación de fungicidas para controlar la roya asiática.
El agrónomo Aníbal Morel, mejorador genético del Inbio capacitado en Japón, comentó que se está desarrollando el proceso de selección de los genes que darán la posibilidad de tener en el futuro, materiales con resistencia múltiple a la roya.
El trabajo de selección y cruzamiento de genes se realiza en el Centro de Investigación Capitán Miranda (CICP), ubicado en el departamento de Itapúa, a 400 kilómetros al sur de Asunción.
Morel mencionó que hace cuatro ciclos comenzó el trabajo de incorporar más genes a las variedades de Sojapar. Esto teniendo en cuenta que la presencia de un solo gen de resistencia a la roya es bastante riesgosa.
Científicamente, dijo que ese gen podría estar en forma horizontal, lo que significa que la roya puede romper esa resistencia, por lo tanto, se pensó en apilar más genes en un solo material genético.
En este caso, la línea de trabajo consiste en incorporar tres genes a una variedad, además de considerarlos en forma vertical, ya que con estos apilados se tendría mayor duración de la capacidad de resistencia genética a la roya asiática.
“Como un año no es igual al otro, porque siempre hay variabilidades de presiones de la enfermedad o puede ser que aparezca en forma temprana y tardía, o sea, es impredecible, tenemos que manejar estas posibilidades de mejorar la resistencia”, acotó.
Resaltó que un pilar fundamental en la lucha contra la roya es la resistencia genética; sin embargo, se debe considerar la combinación entre este aspecto y las herramientas químicas para llegar a un mayor nivel de control.
Por último, expresó que además del trabajo en la línea de investigación de resistencia a la roya, también buscan materiales con resistencia o moderada resistencia a Macrophomina y nematodos, plagas que últimamente vienen aumentando el daño en las parcelas de los agricultores.
Revista Productiva
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