La tristeza bovina es una enfermedad que ocasiona graves problemas en los reproductores machos y hembras. No solo atenta contra la vida de los animales, sino también provoca graves consecuencias en aquellos que la superan, entre las que se considera la infertilidad.

 

Carlos A. Ford*

Médico Veterinario

 

Las pérdidas son mayores al 20 %, por lo tanto, los animales quedan en un estado de convalecencia, motivo por el cual no pueden ser utilizados para los fines para los cuales fueron adquiridos. Es de destacar, de acuerdo con el relevamiento realizado en más de 35 000 cabezas evaluadas de razas como hereford, angus, braford, brangus, brahman, nacidas y criadas en zonas libres de garrapatas, que al ser trasladadas a zonas endémicas pueden existir ciertas diferencias en el grado de resistencia a la enfermedad y se comprobó que no hubo diferencias inmunológicas significativas entre los animales, por lo que todos se enfermaron de tristeza bovina.

 

En Argentina, a los efectos de ofrecer una solución a este problema causado por la tristeza bovina, contamos con dos métodos. El más reciente es una hemovacuna (1979-1983), que comercializan actualmente las cooperadoras de la Estaciones Experimentales del INTA de Rafaela y Mercedes, elaborada a partir de hemoparásitos atenuados en terneros esplenectomizados (sin bazo), hemoparásitos conocidos como Babesia argentina, Babesia bigemina y Anaplasma centrale.

 

Este sistema es aconsejado para su inoculación en animales de hasta 10 meses de edad, sin ninguna quimioprofilaxis (tratamiento) luego de su aplicación. El segundo método utilizado hace más de 30 años consiste en un tratamiento basado en la inoculación de cepas virulentas de alta patogenicidad de hemoparásitos como los enunciados anteriormente de Babesia argentina, Babesia bigemina y Anaplasma marginale, y no de Anaplasma centrale, que poseen las hemovacunas. Estas cepas virulentas provienen de la zona endémica del norte argentino, donde la existencia de ectoparásitos como garrapatas, mosca de los cuernos y tábanos es permanente.

 

El objetivo principal de este tratamiento consiste en obtener en los animales inoculados los mismos anticuerpos producidos por los hemoparásitos causantes de la enfermedad que el resto del rodeo; este tratamiento se realiza una sola vez en la vida del animal. Diferencias entre ambos sistemas, La hemovacuna atenuada es solo aplicable en animales de hasta 10 meses de edad, mientras que en el tratamiento con cepas virulentas de campo se pueden inocular todas las categorías de animales (terneros, toros, vaquillonas e incluso vacas preñadas de hasta seis meses de gestación).

 

Las hemovacunas vigentes han revelado que los animales al ser expuestos a su nuevo ambiente (zona endémica) soportan parcialmente el desafío de las cepas virulentas de campo, principalmente en lo que respecta a Anaplasma marginale. Con referencia a la cobertura que ofrecen ambos métodos, el tratamiento con cepas virulentas de campo asegura un 94 % de protección contra un 75 % de las vacunas atenuadas del mercado, frescas o congeladas. Trabajos científicos publicados demuestran que esta diferencia de cobertura equivaldría a 7700 kg de vaca gorda por cada 100 animales, a favor del uso del tratamiento con cepas virulentas de campo.

 

Cabe destacar que el tratamiento con cepas virulentas de campo debe ser realizado en forma exclusiva por un profesional competente, a los efectos de evitar pérdidas irreparables si el manejo no es el correcto.

 

*El Dr. Carlos A. Ford ha realizado trabajos en Paraguay, por lo que cuenta con conocimiento sobre el desempeño de la ganadería nacional.

 

Contacto: Carlos A. Ford Médico Veterinario-MP N° 155Resistencia Chaco, República Argentina.

WhatsApp: +54 9 3624 56341

E-mail: mvcarlosford@yahoo.com.ar

 

[Material publicado en el segmento Técnica Ganadera de la edición #69 de Revista Productiva (julio), página 24]

[Foto icon-camera : Revista Productiva]