Es menos probable seguir expandiendo la frontera agrícola para la siembra de soja en Paraguay, pero mediante las inversiones, las adecuaciones, el uso del conocimiento y la aplicación de tecnología los productores, con mucho carácter y con los riesgos asumidos, van rompiendo paradigmas para adoptar a la oleaginosa en los campos bajos que en algún momento estuvieron cubiertos de arroz o simplemente zonas húmedas que albergaban una ganadería tradicional poco rentable.

 

En el recorrido habitual de Productiva C&M llegamos a San Cosme y Damián, departamento de Itapúa, en el Establecimiento Hugo Hutz, en donde se ejecutan tareas altamente eficientes para estabilizar la producción de soja en estos campos anegadizos que tienen sus limitaciones propias, pero que se muestran con un enorme potencial para la producción del principal rubro agrícola de renta de nuestro país.

 

Adrián Szot Cuba, responsable técnico de Establecimiento Hugo Hutz, comentó que varios son los puntos que comprende el trabajo desarrollado en esta unidad de producción. Por una parte, acotó que es fundamental aplicar un manejo adecuado para el drenaje del agua, ya que en casos de precipitaciones, los campos pueden quedar bajo agua y crear zonas improductivas. Precisó que también son fundamentales la elección correcta de variedades, el control de malezas, plagas y enfermedades, además de crear una cobertura orgánica importante de los suelos.

 

Drenaje. Es el punto clave para el éxito de la soja en campos bajos. El responsable técnico de esta unidad de producción comentó que trabajan más con principios de manejo del suelo arroceros que sojeros porque es un terreno bajo e inundable, con poca absorción de agua; por lo tanto, hay que escurrirla de alguna forma para lograr la adaptación de un cultivo de suelo alto a uno bajo bajo.

 

“Estamos trabajando con drenaje, remoción del suelo y el principal objetivo es dejar bien liso el suelo para obtener una buena cama de siembra y después lograr un buen drenaje. Mientras más parejo esté el suelo, es mejor para que se escurra el agua, porque acá el suelo no chupa el agua, sino que corre por la capa superficial, entonces de esa forma obtenemos un suelo liso que permite un mejor drenaje del agua excedente”, explicó.

 

Expresó que existen muchas formas y sistemas de trabajo, pero en la empresa adoptan una práctica que incorpora balos perimetrales con drenajes internos. A la vez, acompañan la caída (pendiente) del terreno y emplean un sistema de nivelación RTK, que es de alta precisión, lo que permite un desagüe excepcional de las parcelas.

 

En cuanto a la selección de variedades de soja, optan por aquellas de ciclo un poco más largo y, esencialmente, por las que tengan la tecnología Intacta.

 

Szot Cuba mencionó que la tecnología Intacta facilita el manejo de orugas e insectos. “Si de repente llueve y tenés que entrar a aplicar un insecticida, pero no podés por el terreno y solo se puede entrar en forma aérea (avión), entonces es una facilidad que te da la Intacta porque las plagas siempre vienen en un mal momento y son determinantes en los rendimientos. Por ejemplo, un ataque masivo de orugas puede interferir en el rendimiento, entonces usamos los materiales Intacta de ciclo largo con mayor tolerancia al estrés por exceso hídrico”, manifestó.

 

Indicó que tuvieron un rendimiento promedio de 3000 kg por hectárea, pero se destacan picos altos y bajos. “Veníamos sembrando cada vez que se podía a partir de setiembre hasta noviembre y siempre tuvimos buenos rindes en esa ventana de siembra”, acotó.

 

Materia orgánica. El primer año de siembra de maíz tuvieron una sequía. En esta campaña se dio un leve exceso de lluvia al inicio, pero luego faltó un poco de agua. Por esas variabilidades, el maíz de entrezafra sufrió bastante.

 

Indicó que en estos campos durante el invierno el suelo no se seca y el día es corto; por ende, es bastante complicado el trabajo con cultivos de invierno.

 

“Estamos intentando también con el trigo, solo que es una inversión alta para cuando venga una helada y estamos con la intención de innovar y tratar de buscar alguna estrategia o mecanismo que funcione y sea rentable”, explicó.

 

Comentó que el punto importante es buscar las estrategias para adecuar una rotación de cultivos que permita generar una buena cobertura orgánica del suelo que favorezca a los cultivos.

 

En cuanto a la densidad y población de plantas, refirió que en la soja emplean un manejo de 13 plantas por metro, mientras que en el maíz es de dos a tres plantas por metro. En el caso del trigo, aplican 130 kg de semillas por hectárea. “Vamos a ver qué tal los rendimientos para que sea un cultivo sustentable porque sembrar maíz o trigo y perder no es negocio”, añadió.

 

Costo de producción. En esta última zafra no tuvieron fuertes presiones de enfermedades, aunque realizaron manejos preventivos eficientes que garantizaron la sanidad de las plantas. Si bien tuvieron presencia de orugas al inicio, pudieron controlarlas.

 

Explicó que el costo de producción es elevado en los campos bajos, incluso superior al de un campo de mayor altitud. En este caso, destinan USD 700 por hectárea para preparar el suelo, acondicionar y comenzar la siembra. “Hay que afinar bien los números y tratar de hacer todo en forma preventiva para que la producción esté siempre con buena sanidad y lograr así un buen rendimiento”, agregó.

 

Finalmente, dijo que muchas veces en la preparación del suelo incide bastante el costo del combustible de maquinarias, niveladoras, uso de cal agrícola. Eso eleva el costo de USD 250 a USD 300 más, comparativamente a un suelo alto bien establecido. “Tratamos de diversificar, pero hasta hoy el principal cultivo que estamos trabajando es la soja”, concluyó.

 

[Material publicado en el segmento Agricultura Productiva de la edición Nº 79 de mayo de Revista Productiva, páginas 16 y 17]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]