La Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa), en colaboración con institutos de investigación de Japón, avanza en la búsqueda de variedades de soja más resistente a la sequía, con el propósito de mitigar los impactos negativos en la agroindustria.

 

A fin de viabilizar semillas tolerantes al estrés hídrico en un futuro próximo, investigadores brasileños y japoneses están trabajando en el desarrollo de granos con tolerancia a sequía. Para ello buscan en el historial de cultivares características que puedan dar respuesta a las necesidades actuales.

 

En los últimos diez años de estudio los científicos lograron introducir un gen, aislado de la planta Arabidopsis thaliana, y demostraron que las plantas transgénicas tienen una mayor estabilidad de rendimiento frente al estrés. El resultado de esto fue una semilla que es al menos un 15 % más resistente a la sequía, dependiendo del nivel de escasez de agua aplicado.

 

La metodología del estudio consiste en la edición genética que actúa quirúrgicamente sobre el ADN de la planta. Según la investigadora de Soja de Embrapa que lidera el estudio en Brasil, Liliane Mertz-Henning, se eligió la herramienta CRISPR/Cas, con la que es posible recolectar elementos de un cultivar más antiguo e insertarlos en una soja más moderna. “La soja, como otros cultivos, tiene una enorme variabilidad genética. Tenemos bancos de germoplasma con más de 50 000 tipos de este grano, que tienen características muy interesantes, pero que son difíciles de llevar a un grano más moderno a través del mejoramiento genético”, considera.

 

La investigadora explica que muchas veces cuando se logra llevar las características interesantes de una oleaginosa más rudimentaria a una moderna, vienen con ellas otras peculiaridades que no son útiles, lo que se explica porque el proceso es aleatorio. “CRISPR/Cas permite identificar en un material más antiguo cierta resistencia a las enfermedades o una mejor adaptación a una condición de estrés y copiar esto con mucha precisión en un cultivar más moderno”, manifestó.

 

De acuerdo con el punto de vista de la ciencia, la demanda de agua de la planta tiende a aumentar debido al incremento de las temperaturas globales. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), las próximas décadas tendrán sequías más frecuentes y lluvias torrenciales de gran intensidad, es decir, con una distribución deficitaria a lo largo de la temporada.

 

La Embrapa también acota que, considerando todo el cultivo de soja y con miras a obtener la máxima productividad, se necesitan de 450 mm a 800 mm de agua a lo largo de la campaña. Sin embargo, tal variación depende del manejo del cultivo, la duración del ciclo, las condiciones climáticas y del suelo.

 

Según el análisis de los investigadores, una inversión tan necesaria a largo plazo explica que en el mercado solo existan plantas transgénicas enfocadas en la tolerancia a herbicidas y la resistencia a insectos. Por lo tanto, consiguiendo generar soja que no esté clasificada como organismos genéticamente modificados (OGM) y que no necesite pasar por regulación, se podría conseguir en cinco a diez años la estimación de una oleaginosa al menos un 15% más resistente a la sequía.

 

“Puede parecer incierto, pero es necesario recordar que, hoy en día, cualquier producto transgénico, aunque sea producido por grandes multinacionales, tarda entre 15 y 20 años en llegar al mercado. Estas nuevas herramientas permiten acortar este proceso”, subraya Liliane.

 

Explica que, en el mejor de los casos, el agricultor de soja que siembre la oleaginosa en la cosecha 2026/27 con esta semilla no necesitará estar sujeto a un volumen de lluvia de al menos 450 mm, sino “solo” 380 mm. “Es importante recalcar que nunca podremos transformar la soja u otros cultivos de granos en cactus. Lo que es posible es desempeñarse mejor en condiciones estresantes. La soja no podrá sobrevivir sin agua, pero es posible perder menos en una sequía”, detalla la investigadora.

 

Según ella, siempre es recomendable combinar genéticas que favorezcan una mayor estabilidad del rendimiento con otras prácticas de manejo, como la siembra en el momento recomendado, el uso de cultivos adaptados y la rotación de cultivos, ya que la adopción de una sola herramienta no es capaz de dar la seguridad que el productor necesita.

 

El lanzamiento de una soja más resistente a la sequía también genera barreras, ya que los aspectos regulatorios asociados con los OGM dificultan la disponibilidad de estas tecnologías.

 

Liliane menciona que las herramientas de edición de genes son la alternativa. “La ventaja de usar CRISPR/Cas es que si no estamos insertando genes de otras especies y simplemente copiando lo que hay en una soja más antigua en una más moderna, esta nueva planta no se considerará un OGM porque no tiene secuencias de otras especies y no tienes que pasar por todo este proceso regulatorio, que es costoso y lleva mucho tiempo”, destaca.

 

[Fuente: Canal Rural]
[Foto icon-camera : Revista Productiva]