La misión encabezada por el ministro de Agroindustria de la provincia de Buenos Aires, Leonardo Sarquis, que partió la semana pasada a San Pablo, Brasil, fue lo más parecido a una misión espacial. Claro, no salieron a la estratosfera, pero la distancia a recorrer para volver a encontrarse con la molinería brasileña, comprador natural de nuestro trigo, es mayor que a la Luna.

La política triguera K, bajo la gran farsa que terminó siendo la «mesa de los argentinos», logró lo imposible: romper una de las relaciones comerciales más fuertes e históricas que tenía el país. El objetivo de la misión era recrear el vínculo y la confianza después de diez años de maltratos, incumplimientos y cierres parciales o totales de las exportaciones del cereal.

Así es que ese jueves a la mañana, a las puertas de la Asociación Brasileña de la Industria del Trigo (Abitrigo), se presentaron junto al ministro y al subsecretario de Agricultura bonaerense, Miguel Tezanos Pinto, los titulares de la Federación Argentina de la Industria Molinera, Diego Cifarelli, de la Cámara Arbitral de Cereales, Javier Buján, y de ArgenTrigo, David Hughes. Además, como refuerzo de la delegación, se sumaron el cónsul general Marcelo Bertoldi, la cónsul general adjunta, Vanina Rinaudo, y el agregado agrícola, Javier Dufourquet.

Fuente: Agrofy